viernes, 19 de agosto de 2022

AYER ME ACORDÉ DE TI

A veces me acuerdo de ti porque siento que sigues siendo parte de mi ser, y por esa razón, debo empezar a olvidarme del camino de satélites que hacían tus lunares, y de todos aquellos planes que hacíamos. Por intentar ser claro, al final, me quedé en el intento porque no sabes el daño que me hacía ver cómo se acababa lo nuestro. Algo que empezó de la forma más absurda un catorce de febrero al salir del paraíso, y que, una semana después, cerrábamos en Río. De ahí, que empezase a verte como Tokio. Otras veces intento olvidarme de ti, pero que sin embargo, no se me olvidan los caminos de todos los lugares donde íbamos a comernos el mundo. Aquellos donde nos escondíamos de la devastación de los nuestros. 
Te quise, te quiero y te querré, 
y por eso,
vaya donde vaya,
te dejaré una llave bajo el felpudo de mi casa.
Para que entres y me destroces de nuevo.
Sentir de nuevo cada aliento tuyo sobre mi cuello.
Tú que golpeas tan fuerte como una primera impresión, ahora mismo, eres lo primero que quiero olvidarme de olvidar. Tus heridas nunca las he curado, y quizás sea por eso, por lo que soy masoquista mirando tus fotos. Te extraño pero no lo digo. Estamos destinados a decirnos siempre adiós. Que soltarte sea como la sensación de saltar al precipicio pero sin cuerda y obligándome a ello porque, quiera o no, es lo mejor para los dos.