Que no conseguirlo no es sinónimo de fracaso, que para fracaso el dejarlo de intentar. ¿Cuántas veces hemos dicho que no caeríamos y volvimos a caer? Y ahí estamos, por decimoquinta vez intentándolo una vez más. Que no te tienes que avergonzar cuando sueltas todo aquello que te hace un nudo en la garganta. Que eres todas aquellas promesas incumplidas que te has hecho frente al espejo, diciéndote que esta será la definitiva. Que no se aprende sin habernos perdido alguna vez. Que ya lo dice tu disco rayado de Morat "que al igual que pasa en la guerra, unas veces se gana y otras se pierde aprende". Que nadie nos enseña a amarnos a nosotros mismos. Y en definitiva, ¿Quiénes somos nosotros para juzgar? Ya sabes que cuanto menos sabe la gente es cuando más habla. Que tu estas hecha de todas aquellas personas que están ahí cuando más te necesitas. Siempre te digo que eres el estribillo de tus canciones favoritas. Esas que cantas a grito pelado en los festivales de verano. Que somos estrellas fugaces en la vida, y por esa razón, tu mayor (r)evolución es tenerte a ti.
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